Nutopia

La mañana se escurrió entre los dedos, pasó volando. Un poco porque nos hacía falta estar así, y otro poco porque el verano se nos cagó de risa en la cara, y el estoicismo no nos surge como algo tan natural. Venimos remando contra viento, muerte y marea desde hace casi tres años, y la factura por toda esa tensión irresuelta se paga en alguna ventanilla. Nunca pasado el vencimiento.
Yo tenía que salir de casa para ir al cierre de la muestra de fin de año, para saludar a todos mis compañeritos de taller, brindar con tinto y figurar en las fotos de rigor. Se había acordado hacer cierre por que esveranoynohaynadie. Nadie menos Ce, que no tuvo vacaciones.
Llegué tarde, cuando todos se estaban por ir. Me sorprendió ver a nuestro grupo en la entrada de la sala. Es una sala enorme, y el año pasado nos tocó el fondo del salón. Me había gustado estar ahí, como los chicos del fondo del aula: Los misfits, los misbehaved.
Estaban todos adelante porque nuestras obras estaban adelante. Saludo a mi maestro y me voy a charlar con mis compas, que me tiran un “¡Muy bien, abrís la muestra!” que yo desmerezco inmediatamente al grito de “Sisi, para que no se den cuenta de que hay cosas buenas colgadas”. Jaja, we all laugh… Pero al rato se acerca mi maestro y me dice “La directora del museo se enamoró de tu trabajo”. Y me presentó con un par de señoras paquetas que me piropearon las manchas.
En unos días me va a acompañar a llevarle una obra a esa directora.
Clearly, life is something that happens while you are making other plans.