Hoy despedimos a un amigo de la casa.
Un amigo que cantó hasta el último día, celebrando la vida.
Un compañero de ruta, que celebraba con gritos de júbilo la lechuga y las vainillas.
El Pollo llegó a casa de la mano de Jose, cuando nadie lo esperaba. Se llamó así porque era un canario naranja enorme. Era un poco tímido, pero daba todo de si en el escenario y nos deleitaba con sus canciones.
Te vamos a extrañar, Pollito dulce.
Dale un beso a tu dueña de mi parte, si te la encontrás en el más allá.
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