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17.11.12

Salir de la melancolía

Hablé con mi tía.
Me lloré todo.
Me hizo bien.

Es tremendo como uno en su propia cabeza completa lo que falta.
Como en una ilusión óptica, como el jarrón de Rubin.
Yo me sentía mal por haber colgado con los canales de comunicación con el hermano de mi vieja y su familia, y mi cabecita loca compensó eso imaginando que ellos estaban enojados por mi "abandono".
Lo tremendo es que el abandono fue mutuo, pero eso recién lo entiendo (de la boca para adentro) ahora. Era muy difícil vincularme con esa gente a la que me ligaba mi vieja.
Es difícil, todavía hoy, casi tres años después.
Volver a levantar los puentes.
Reconstruir.

Voy a perforar el hielo,
voy a remontarme al cielo
para observar hoy todo el hielo en la ciudad.

5.11.12

¿Pasó algo?

Eso me preguntó mi primo cuando lo llamé. Tanto hace que no hablamos, que el único motivo posible para una llamada es una fatalidad. Una tragedia.
Es eso, o el tono de mi voz era más súplica que saludo.
Me pasan un número.
Lo anoto mal.
Llamo treinta veces y no consigo.
Le escribo a mi otro primo. Me pasa el número bien (por texto, así no la puedo cagar). Llamo.
Suena.
Suena.
Sigue sonando y nadie atiende.
Necesito hacer contacto.
Necesito hablar con las únicas personas que perdieron tanto como yo cuando mamá se fue.
Y recién ahora, escribiendo muerta de calor en un bondi atestado, me doy cuenta de lo mucho que me hacen falta, y de lo mucho que me duele hablar con ellos.
Quedé con mi tía en que llamo esta noche. La escuché adulta, armada... y volví a ser chica, a tener 12 años, solo que mi mamá estaba igual de muerta que hoy.
Será por eso que ella me hizo la misma pregunta.
¿Pasó algo?